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Mostrando entradas de 2018

Una más, una menos

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Después de unos añitos evitándola, hace unas semanas me armé de valor, decidí dar un paso al frente y mirar cara a cara a esa preciosidad que hace que me derrita cada vez que paso por su lado (y mira que son veces). Esas curvas, esa elegancia, ese saber estar y ese don único de alegrar cada vez que alguien se arrima a ella. No sé cómo lo hace pero, sinceramente, a mí me vuelve loco. Loco de remate. Algo menos que un chiflado. O algo más, no sé. El caso es que, tras esta discreta y breve confesión proclamada a los cuatro vientos, cinco continentes (o 7, aquí ya no sabe responder ni Wikipedia) y los 8 planetas del Sistema Solar, excluyendo al enanito pero siempre querido Plutón, fui directo a por ella, la rodeé con mis brazos, apoyé mi frente a la suya y le dije "nena, hoy tú y yo vamos a empezar algo serio". Y como no me contestó, entendí que ella quería exactamente lo mismo. Sin mediar palabra subimos al coche y 20 minutos después aparqué, por llamarlo de alguna manera

No me digas que te bese, porque te besaré

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Besa. Besa Mucho. Pero no porque hoy sea el Día Internacional del Beso. Que también. Besa en cualquier lugar. Besa en cualquier momento. Besa a cualquier persona que merezca la pena. Besa de día y, sobre todo, de noche. Besa en la calle, en un sofá, en medio de una fiesta o al escaparte de ella. Besa en un coche o bajo la lluvia más intensa que hayas visto en tu vida. Besa a escondidas. Besa con el riesgo de que te pillen. Y besa en público. ¡Claro que sí! Que se enteren todos y que se contagien. ¡Besos para tod@s! Besa despacio. Besa rápido. Besa tumbado o ponte de puntillas  para besar. Para gustos, los besos. También roba besos para que luego te los roben a ti. O no. Pero tú róbalos igual. Besa con intensidad. Besa con pasión. Besa como si fuera la última vez y, a la vez, besa como si fuera la primera. Y en cada beso... Siente . Siente a qué sabe ese beso. Siente cómo se te eriza cada pelo de tu piel. Siente cómo se te disparan las pulsaciones. Siente que pierdes el

Dejemos que sigan pasando los taxis

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No. Lo confieso.  No quiero coger otro taxi . Esta vez no. Ni el siguiente. No cogeré ninguno más. Ya no quiero coger más taxis de vuelta perdiendo  la oportunidad de decir lo que pienso en cada momento,  dejando pasar lo  que siempre he buscado  o, peor aún, perdiendo lo que nunca he llegado a tener precisamente por callarlo una y otra vez. ¿Por qué motivo? ¿Miedo? ¿Respeto? ¡Qué tontería! ¡Qué tonto! Ahora prefiero helarme de frío con improvisadas sentadas en una escalinata o con paseos eternos hacia cualquier destino incierto en los que poder susurrar, insinuar o gritar cada palabra o gesto que, acertado o no, te lo prometo, será sincero y, por qué no decirlo,  una auténtica locura . ¿No sería genial que lo hiciéramos todos? Porque la vida, en realidad, va de eso. De lo contrario, esta maravillosa vida pasa y pasa y no nos damos cuenta hasta que un día es tarde. O bueno, no.  En realidad, nunca es tarde para dejarse llevar. Así que si vuelvo a coger un taxi, te lo prometo