Una más, una menos

Después de unos añitos evitándola, hace unas semanas me armé de valor, decidí dar un paso al frente y mirar cara a cara a esa preciosidad que hace que me derrita cada vez que paso por su lado (y mira que son veces). Esas curvas, esa elegancia, ese saber estar y ese don único de alegrar cada vez que alguien se arrima a ella. No sé cómo lo hace pero, sinceramente, a mí me vuelve loco. Loco de remate. Algo menos que un chiflado. O algo más, no sé.

El caso es que, tras esta discreta y breve confesión proclamada a los cuatro vientos, cinco continentes (o 7, aquí ya no sabe responder ni Wikipedia) y los 8 planetas del Sistema Solar, excluyendo al enanito pero siempre querido Plutón, fui directo a por ella, la rodeé con mis brazos, apoyé mi frente a la suya y le dije "nena, hoy tú y yo vamos a empezar algo serio". Y como no me contestó, entendí que ella quería exactamente lo mismo.

Sin mediar palabra subimos al coche y 20 minutos después aparqué, por llamarlo de alguna manera, para entrar en una tienda de esas que parecen un museo pero de las que puedes tocar, en el sentido más literal. Me armé de valor, me acerqué al mostrador y dije con voz firme y constantino-romeriana: "dame 6 cuerdas nuevas para esta belleza". También en el sentido más literal. Y no. No le hizo gracia al señor que tenía en frente. Se limitó a arquear las cejas e ir a por la particular comanda. Miré a mi nena durante este impás y nada; ella tampoco dijo ni mu. ¡Con lo majete que soy yo, leñe!

Herido en mi orgullo, decidí pagar sin esperarme a que cambiara las cuerdas y dejarla perfecta para ser tocada suave, suave, su, su, suave. Es lo que tiene ser orgulloso, sí, pero Google y mi ingenio (o, mejor dicho, genio), me ayudaron a gestar la hazaña.

El caso es que hoy, tras días golpeando mis dedos contra las cuerdas (gran tema de Sidecars con Leiva, por cierto) me he propuesto publicar un fragmento de una canción. Bueno, yo, mi orgullo, mi genio, mi nena que iba fina (de afinada) y lacuerda.net. Menuda banda, o panda, junté. Llamadlo como queráis.

Para ser sinceros, he estado muy cerca de tirar la toalla porque no me ha salido a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera, ni a la... ¡A la mierda! Eso he pensado en varias ocasiones, la verdad. Sin embargo, me ha venido a la cabeza una frase que podría bautizar como mía sólo con la intención de que empezaran a hacer memes conmigo (tipo los montajes de Paulo Coelho) y no es otra que "una más, una menos". Tan simple y, a la vez, tan rotunda. 
Y, por eso, he seguido ensayando y grabando. Y borrando. Y volviendo a grabar para volver a borrar. Porque por cada vez que lo intentaba quedaba un intento menos para que saliera la buena (o la decente). 

Al final, así es la vida. No dejar de intentarlo siempre una vez más porque, si estás seguro, si estás convencido de que puedes llegar a hacer algo, lo harás. Cada vez estarás más cerca de tu objetivo y de sentirte orgulloso de haberlo hecho.

La pena es que esa frase también sucede con los libros y sus páginas. Y hoy me he acabado uno dejándome con la incógnita de descubrir Dónde vamos a bailar esta noche. Y mañana. Y pasado. Y el resto de los días.

Pues eso, aunque sea mal, bailemos y cantemos cada día. Sin parar. Sin complejos. Dejándonos llevar a ningún lugar. 

XR


Coque Malla






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